Horror
21 to 35 years old
2000 to 5000 words
Spanish
Story Content
El eco metálico resonaba en el sótano, un espacio que, hasta hacía poco, solo conocía el polvo y el olvido. Ahora, se convertía en el laboratorio retorcido de un deseo inconfesable. Marcos, un joven obsesionado con los límites del placer y el dolor, ultimaba los detalles de su peculiar cámara de tortura. Luces rojas parpadeaban sobre correas de cuero y instrumentos brillantes, creando una atmósfera opresiva.
Su novia, Ana, compartía su gusto por los fetiches extremos, y este proyecto era una muestra de amor... retorcido. Pero Ana estaba fuera de la ciudad, disfrutando de un viaje con sus amigas. La decepción de Marcos era palpable, hasta que una idea oscura comenzó a germinar en su mente.
La voz de su madre, Elena, irrumpió desde las escaleras del sótano. "¡Marcos! ¿Cuántas veces tengo que llamarte? La cena está lista."
Elena era una mujer atractiva de mediana edad, con unas curvas generosas que el tiempo aún no había logrado marchitar. Sus gafas descansaban sobre su nariz mientras cruzaba los brazos, con una expresión de fastidio.
"Ya voy, mamá", respondió Marcos, con una sonrisa forzada. Pero mientras subía las escaleras, una idea retorcida lo invadió por completo. ¿Por qué esperar a Ana? Tenía a alguien mucho más cerca, alguien cuya vulnerabilidad era evidente.
Elena lavaba los platos en silencio. El vapor caliente acariciaba su rostro mientras escuchaba el leve sonido de la televisión de fondo. Marcos, con sigilo, empapó un trapo con cloroformo.
Unas manos firmes le taparon la boca y la nariz. Al principio se resistió, luchando con todas sus fuerzas. Pero el aroma dulzón del cloroformo la fue sumiendo en la inconsciencia. Sus ojos se cerraron y su cuerpo se desplomó entre los platos sucios.
Marcos, con la adrenalina bombeando en sus venas, la arrastró hasta el sótano. Allí, la despojó de su ropa y la ató a su macabra creación. Sus grandes pechos colgaban pesadamente, pálidos a la luz roja.
La sujetó con fuerza, inmovilizando sus muñecas y tobillos con esposas de metal y cuerdas gruesas, tensando su cuerpo de tal forma que sus piernas separadas mostraban toda su vulnerabilidad. Empezó a acariciar sus muslos con suavidad, subiendo poco a poco hasta llegar a sus pezones. Estos se endurecieron al instante.
Elena gimió, sus párpados se abrieron lentamente. Una punzada aguda le recorrió la cabeza. "¡Maldición! ¿Qué... qué me duele mucho la cabeza!", balbuceó.
Sus ojos se abrieron por completo, reconociendo el sótano y las correas que la aprisionaban. El terror se apoderó de ella. "¿Dónde estoy? ¡¿Y por qué diablos estoy... desnuda?! ¡Oh, Dios mío, Marcos! ¿Estás completamente loco? ¡Bájame de inmediato!"
Marcos, con una mirada fría y desquiciada, respondió: "¡Cállate, perra! ¡Y disfruta el proceso!".
Le colocó una bola de mordaza en la boca para silenciar sus protestas.
La azotó con las manos en las nalgas con fuerza, luego utilizó una paleta para golpear sus nalgas y pechos con sadismo. Finalmente, tomo un látigo y realizó la misma acción, viendo como se enrojecía cada parte de su piel, como si fuera un lienzo perfecto para su depravación.
Satisfied for a brief moment he held the cord in place by one of the legs separated from her mother and began to rub between her legs, he kept going again and again causing an unexpected reaction. her
Una vez "calentada", sacó dos jeringas de un estuche brillante.
"Ya que entraste en calor, es hora de decirte para qué son estas agujas", le dijo Marcos con una sonrisa macabra. "Compré esta mierda en eBay. Hará que tus gordas tetas produzcan leche como una puta vaca."
Sin esperar respuesta, clavó las agujas en sus pezones. Elena gritó ahogadamente tras la mordaza. Instantáneamente, sus pechos comenzaron a gotear leche. Primero, unas pocas gotas, luego un chorro constante.
"Es una mala manera de desperdiciar una leche materna tan preciosa", murmuró Marcos. "Pero no te preocupes, mami. ¡Te ordeñaré en seco con mi súper máquina!".
Conectó una máquina succionadora a sus pechos y la encendió. El zumbido del motor llenó el sótano mientras la máquina comenzaba a extraer la leche sin piedad. Una corriente cálida le recorrió el cuerpo, provocándole sensaciones confusas.
Marcos se colocó detrás de ella, la agarró del cabello y acercó su pene erecto a su boca. "¡Déjame estimular tus pechos para producir aún más leche!".
Luego, con brutalidad, introdujo su pene en la vagina de su madre, perdiendo todo rastro de cordura.
Después de un tiempo que pareció una eternidad, apagó la máquina, desató a Elena y la acostó en el suelo, aún amarrada. Se colocó sobre su rostro, con sus testículos rozándole la cara.
Le quitó la mordaza. "¡Es hora de alimentar este agujero con mi espeso esperma, puta!"
"Solo dame un minuto para follar esos enormes torpedos tuyos", le dijo con una sonrisa depravada.
Frotó su pene entre sus pechos, luego lo metió en su boca y eyaculó en su interior. Un sabor salado e inconfundible llenó la boca de Elena.
Después, Marcos volvió a empapar el trapo con cloroformo y la durmió. Con cuidado, la vistió, la limpió y la llevó hasta su cama. Al despertar, Elena se sintió confusa y desorientada. Una sensación extraña le recorría los pechos, como si estuvieran más pesados y sensibles. Intentó recordar la noche anterior, pero solo encontraba fragmentos inconexos, imágenes borrosas que se asemejaban a una pesadilla.
Mientras bajaba a desayunar, se cruzó con Marcos. "¿Dormiste bien, mamá?", le preguntó con una sonrisa amable.
Elena asintió, intentando ignorar la punzada que sentía en la cabeza. "Sí, aunque tuve un sueño muy raro. Demasiado real".
Marcos preparó el café y le preguntó: "¿Quieres leche? Tengo mucha".
Elena asintió. Al probar el café, notó que su sabor era delicioso, pero no notó que la leche usada era de ella. Marcos había tenido mucho cuidado al mezclarla con la leche habitual.
"Gané un concurso", explicó Marcos, mostrándole varios galones de leche en el refrigerador. "Por eso hay tanta. Es de la mejor calidad".
Elena se encogió de hombros, aliviada. Tal vez solo había sido una pesadilla muy vivida. Una pesadilla que explicaba esa rara sensación en los pechos y ese dolor en la cabeza al despertar. Sin prestar mucha atención le dio otra chupada a su taza de café con leche. Pero notó que estaba ligeramente diferente la leche a la de costumbre pero rápidamente lo olvidó, creyendo que solo era su cabeza.
Al terminar su café y lavar su taza subió rápidamente hacia su cuarto, de manera rápida fue hasta el espejo para inspeccionar sus pezones se les notaba diferente como más hinchados a lo cual sintió un poco de dolor mientras inspeccionaba se tocó el pecho izquierdo de manera brusca haciéndole salir una gotita pequeña la cual olio y tenía un particular olor a leche a lo cual confundida tocó su otro pecho haciéndole pasar exactamente lo mismo solo que este tenía ya varias gotitas las cuales no dejaron que ella siquiera las tocará mientras empezaban a bajar en picada hacia su abdomen sintiéndose asqueada, y empezó a notar en sus cenos varias manchitas muy leves moradas sin dejarle mucha importancia por la leve que era a pesar del dolor. Y sin que lo notará empezó a gotear muy muy poco.
Al no notar marcas de lo que le pasó, creyó que fue un sueño. Ese momento descartó la leche de sus pechos como algo producto de un mal sueño por lo raro que era, y asumió que lo raro era sudor.
Mientras tanto, en el sótano, Marcos abría un mini refrigerador. En su interior, había decenas de botellas de leche etiquetadas. Él contabilizó las botellas que habían quedado guardadas, se dio cuenta que se había llenado prácticamente todas las botellas las cuales serían usadas por Ana.
En las etiquetas del mini refrigerador decían: leche materna lote 1. Una impresora de etiquetas yacía sobre una mesa, junto a una computadora. En la pantalla, se mostraban los efectos secundarios de la droga que había usado en su madre. Había producido mucha más leche de lo esperado. Su intención era usarla en Ana, gradualmente, a lo largo de varias semanas. El cuerpo de Ana era de contextura delgada, a comparación al de Elena. Sabia que el cuerpo de Elena era resistente.
Una llamada interrumpió sus pensamientos. Era Ana.
"¿Probaste la cámara?", preguntó con voz excitada.
Marcos sonrió. "Sí, y fue... revelador".
Le contó con todo detalle lo que había hecho. En lugar de horrorizarse, Ana soltó una carcajada. "¡Eres un pervertido! Pero me encanta. No puedo esperar a volver y probarla yo misma... y la leche de tu madre."
Marcos colgó el teléfono, sintiendo una mezcla de satisfacción y escalofrío. Le gustaba que la producción de leche hubiese sido más de la esperada porque así sería usado todo.
La escena final muestra la impresora encendida y como el revisaba que las etiquetas y el etiquetado estaba completamente bien al revisar en el refrigerador donde estaban todas sus otras leches de diferente lote por ejemplo decía: Leche Materna lote 37 y cómo daba un último chequeo de todos los accesorios para realizar sus futuros ordeños y la maquina succionadora para comprobar su total y absoluto perfecto funcionamiento y no tener problemas durante su encuentro con Ana, su plan había escalado completamente y más porque el cuerpo de Elena se veía y era mas de lo que el mismo había podido pedir nunca y como la inyección aunque ya expirada había salido a la perfección el creyó que seria totalmente un éxito en Ana también y sus fetiches solo crecerían por ambas partes, y es algo de lo que el mismo disfrutaba completamente de poder satisfacer todas las ideas tanto suyas como la de su novia que prácticamente eran los mismos lo cual no complicaba la comunicación y llegaban totalmente a buenos términos.